El
recepcionista finge no haberme entendido, por lo que me veo obligado a
repetírselo: Quiero una habitación sin
aire acondicionado, y el WIFI te lo metes por el culo. Ah, las servidumbres
del fetichismo literario: me encantan los hoteles decadentes, aquellos que
conservan en el aire las vivencias de los antiguos viajeros, tan distintos a
los atribulados turistas de hoy en día. En el Hotel Continental de Tánger las
comodidades brillan por su ausencia: no hay minibar con Toblerone, no hay spa,
no hay gym, no hay brunch… De hecho, no hay casi nada, excepto inmensos
pasillos cubiertos por polvorientas alfombras que desembocan en estancias de
dudosa funcionalidad, pero de fascinante decoración. Hay que tener una
sensibilidad de lija para no dejarse empapar por el encanto de lo obsoleto que
destila su comedor, en el que se rodaron algunas de las escenas más señaladas
de “El cielo protector”. Sí, ya salió la palabra: soy un mitómano, qué pasa,
hay vicios peores.
He vuelto a Tánger porque es una ciudad fea, ajena al
ominoso barniz del diseño que está convirtiendo el mundo en un parque temático
de Disney (o de Apple, o de Ikea). He vuelto a Tánger porque aún se puede
pasear por callejones en los que tipos turbulentos traman planes peligrosos (en
realidad están hablando de fútbol, o de comprarse un coche, pero prefiero imaginármelos
patibularios y misteriosos, qué le vamos a hacer). He vuelto a Tánger porque me
gustan los edificios leprosos que vivieron tiempos mejores, con la ropa colgada
a secar encima de un minarete o de una legación diplomática abandonada. He
vuelto a Tánger porque es casi imposible encontrar alcohol, por lo que cuando consigues
una cerveza (¡aleluya!) te sabe como la mejor del mundo. Al regresar al hotel
me arrepiento de no tener aire acondicionado (hace un calor de morirse), por lo
que paso la noche asomado a la ventana, contemplando el puerto. Al amanecer
refresca un poco y me echo en la cama, no tardo ni un minuto en dormirme y
soñar que tengo que volver a Tánger algún día.
Tanger es la leche
ResponderEliminar