Habida
cuenta los panegíricos que han proliferado tras su reciente fallecimiento,
habrá quien se plantee adentrarse en la obra de ese tal Chirbes del que todo el
mundo habla tan bien. En realidad, leerle es como ir al dentista: una tortura
absolutamente necesaria. Si ya en “Crematorio” (Premio de la Crítica 2010) nos
arrasaba las caries con un soplete, en esta su última novela (que le ha
reportado el Premio Nacional de Narrativa) golpea inmisericordemente nuestras
encías hasta hacernos llorar. Frente a tanto fariseo que atribuye a los demás
(a los políticos, a la herencia franquista, a la globalización…: las excusas
son infinitas) la actual pérdida de valores y la galopante corrupción que nos
aflige, el narrador valenciano lo dice bien clarito: la responsabilidad (o la
culpa, a elegir) es nuestra, por lo que hemos hecho y por lo que hemos
permitido que nos hagan. En el asfixiante territorio de Misent (a su lado,
Comala parece Marina d’Or) campan la trapacería y la codicia, la impostura y el
engaño, la simulación y la crueldad. Incluyendo al poco empático protagonista
Esteban, todos los personajes son un compendio de inmoralidades, y sus
lastimeras vidas orbitan en torno a dos escenarios: el real que conforma el
pantano (una metáfora nada rebuscada de la turbiedad en la que chapoteamos) y
el simbólico de la burbuja inmobiliaria, verdadera peste negra de comienzos de
milenio, y que sacó lo peor de una ciudadanía obnubilada por el dinero fácil y
el consumismo feroz. En todo caso, es indudable que estamos ante uno de los
libros que permanecerá, tanto por la contundencia y valentía de su mensaje como
por la excelencia literaria del texto, un verdadero tour de force más propio de las grandes construcciones novelísticas
del Boom que de sus pálidas imitaciones españolas. Y aunque ya es un poco tarde
para pedírselo, rogaríamos al autor que levante un poco el pie del acelerador:
dedicar páginas y páginas a describir minuciosamente los estragos del Alzheimer
roza el miserabilismo, el ensañamiento con el lector. Sus muelas lo
agradecerán.
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