Borges
(que de eso sabía un poco) no dudó en clasificar la Biblia como una de las
cimas de la literatura fantástica. Partiendo de tan rotunda afirmación, es
bastante lógico que uno de los mayores historiadores sobre las religiones que
nos ha dado el siglo XX, Mircea Eliade (1907 – 1986), nos haya dejado algunas
obras maestras de lo inexplicable y lo inverosímil, como por ejemplo “Tiempo de
un centenario” o “Medianoche en Serampor”, volumen que atesora dos nouvelles
que habré leído y releído sin agotar su inmenso caudal de extrañeza. Para
nuestro regocijo, el autor rumano también demuestra su talento a la hora de
adentrarse en el sofocante mundo de la pasión amorosa (otra religión más, al
fin y al cabo). Basada en su propia experiencia personal (Eliade pasó varios
años en Calcuta estudiando filosofía oriental, y en el texto se intercalan con
solvencia trozos de su diario), “Maitreyi” es una novela de aprendizaje
claustrofóbica a la par que lírica, y un testimonio impagable de los últimos
coletazos de la dominación británica en India. El protagonista, habituado a las
toscas maniobras del cortejo occidental, bordeará la locura al tener que
plegarse a las sutilidades de la seducción y el erotismo que practican los
inventores del Kamasutra. Ecos de “Romeo y Julieta”, “Cumbres borrascosas”, “El
diablo en el cuerpo” y otros clásicos del amour
fou pueden encontrarse en las conversaciones de los dos amantes, en sus
miradas escondidas, en sus escenas de celos, en su decidida intención de
penetrar el abismo asumiendo todas las consecuencias. El clima de gradual
opresión que va invadiendo al lector, unido a un desenlace nada complaciente,
hacen de ese singular libro una magnífica oportunidad para conocer los rituales
y la coreografía del amor interracial mucho antes de que se hartaran de darnos
la murga con el famoso choque de civilizaciones.
Mircea Eliade, en su época Maitreyi |
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