martes, 27 de enero de 2015

Música ligerísima


¡Cómo pasa el tiempo! ¡Cuarenta años ya! El próximo veinte de noviembre se cumplirán cuatro décadas desde que aquel señor bajito abandonó el establecimiento para no volver jamás, por utilizar un símil muy apreciado por los camareros. No es éste el lugar para analizar aquel régimen ominoso y estúpido, pero sí para hablar de alguna de sus consecuencias, por muy colaterales que estas sean. Y una de las más perniciosas es el desdén que sufren hoy en día muchas manifestaciones artísticas y culturales que eclosionaron en aquellos años plomizos, lo que les ha acarreado la etiqueta de ser políticamente sospechosas, cuando no directamente cómplices.
            Centrémonos en lo que me interesa: por decirlo pronto, España nunca fue una potencia musical de primer orden, y menos aún en las condiciones de aislamiento y hostilidad que imponía la dictadura (impagable el locutor del No-Do que, al comentar la visita de los Beatles a Madrid y Barcelona, se refiere a los Fab Four como “los melenudos”). Pero en el periodo que va de 1960 a 1975, y a pesar del casticismo reinante y la decidida incomprensión de las autoridades, en nuestro país se crearon músicas y canciones que no convendría menospreciar al calificarlas simplemente como “Banda sonora de Cuéntame”. No quiero ponerme prolijo, pero es ese periodo de tiempo publicaron lo mejor de su discografía el Dúo Dinámico (ya sé que ahora nos parecen un chiste, pero fueron los primeros en hacer twist en España), los Brincos, los Canarios, Pau Riba (cantando en catalán, que conste), Joan Manuel Serrat, los Pekenikes, Cecilia, los Módulos, Nino Bravo, Sisa, Smash, Miguel Ríos y un largo etcétera. Es cierto que sus logros no son ni remotamente comparables con lo que consiguieron algunos de sus colegas británicos y norteamericanos, pero sería injusto despreciarlos con ese ademán displicente que dedicamos a todo aquello que no nos parece lo suficientemente moderno.
            Mientras esperamos que alguna compañía independiente recupere el catálogo de estos artistas y lo reedite con rigor y dedicación (hay algunas iniciativas parciales que permiten albergar cierta esperanza, como la recopilación “El soul es una droga”, sobre los sonidos negroides producidos aquí en la década de los sesenta y setenta), Televisión Española ha salido de su habitual letargo haciendo gala de su mejor arma (su fantástico archivo), y ha emitido los nueve capítulos de una programa de desafortunado título pero de fascinante contenido: “Música ligerísima”, un recorrido por las músicas y los artistas de una época que va desde l968 hasta 1978, diez años cruciales en los que pasamos del blanco y negro al color más chirriante. Concebido con criterio, el programa pretende homenajear al pop y al rock españoles y a todos los que lo hicieron posible, para gozo de sus cada vez más escasos degustadores. Se pueden ver directamente en su página web, y yo me trago todas las noches uno antes de dormir. Quizás por eso mis sueños han adquirido últimamente la vertiginosa textura de un video clip de Valerio Lazarov: qué flipe, colega.  


                                                       "Música ligerísima, episodio 1"

No hay comentarios:

Publicar un comentario